La noche está toda en el control del balón que hizo en el 54 Don Manuel Pellegrini. La seguridad, la confianza, la clase. La misma que ha demostrado su Betis que juega un gran fútbol y es mucho más sereno de lo que algunos medios quieren suponer.
Es en el campo donde hay que ver un equipo (no en las oficinas) y por lo que hemos visto el potencial de Betis es enorme. Fekir y Juanmi son inmarcables, tienen talento para vender, y los demás saben de memoria los deseos del Ingeniero: la pelota circula bien, las aceleraciones son repentinas, en resumen, todo el buen fútbol que hemos aprendido a conocer. Siempre lo hemos dicho: esperamos que el Betis siga siendo así (cuentas y palancas permitiendo, pero va a ser muy difícil) porque tiene amplios márgenes de mejora.
Pocos equipos juegan con los ojos cerrados en estos niveles. En definitiva, que estudien cómo conseguir lo poco que sirve para mantener todo como está y no cedan a las tentaciones, porque los otros clubes pagan poco y no están en mejor situación. Si tienes que sacrificar a alguien, ya sea uno o no dos o tres pilares del equipo.
Ver a un jugador como Aitor Ruibal cortar el campo como un misil con ocasión de la expulsión que “abrió” el partido o las jugadas de Fekir vale el precio de la entrada. Además del control de Pellegrini. Gran técnico, que con paciencia y sin polémicas vivió la pretemporada, confiando solo en su propio trabajo. En la Idea. Y el Betis, si no se pierde en el camino, hoy es más que una idea. Después de 26 años gana un estreno de Liga al Villamarín: también esto es una señal.
