Por fin se vuelve al campo y a la realidad del fútbol, que es jugar los partidos, sudar y correr, aunque, como advierten los escritores, nunca habrá una realidad única para todos, una sola para siempre, ya que cambia continuamente y sin parar. Pero los pies en la tierra ahora son necesarios. Ha sido una larga semana de espera y los grandes sueños nunca vienen solos y por lo que hoy es el Barcelona, el miércoles de nuevo los catalanes en su casa para ir a la final de la Copa del Rey y luego el 9 se intentará la empresa en Champions contra los alemanes de Dortmund.
Tres etapas fundamentales no tanto para inscribir a Sevilla en la élite del fútbol europeo – que ahora todos reconocen – como para dar una respuesta a los sueños de los aficionados. Monchi hace bien en predicar que “lo importante es hoy, siempre hoy, el próximo partido, y ese es el de mañana (de hoy). Lo es futuro y a nosotros nos interesa el presente… Tres puntos claves para seguir luchando por el objetivo. Forza SFC. ¡Querer es poder!”. Ni el pasado existe ni el futuro, para el director deportivo, un gran motivador.
Hoy, la cancha decidirá y no subestimará a un Barcelona que parece no ser la máquina de guerra de siempre: son los mismos, en una forma cambiada. El Sevilla, segundo equipo menos goleado de Europa, con el fresco récord de imbatibilidad de Bono y capaz incluso de prescindir de Suso y Ocampos (¿nos sorprenderá volviendo el miércoles próximo?), es sereno. Son los demas los que deben hacer las cosas.
No queremos decir nada más. Jugamos, como dijo Lopetegui, contra “futbolistas extraordinarios, un entrenador que les conoce bien y el mejor jugador del mundo”, Messi. De hecho, sí, ver a Oliver jugar en medio del campo como un veterano es el símbolo del crecimiento de este Sevilla de las maravillas.