Los alemanes Aldi y Lidl, el francés Auchan, el irlandés Penny, el austriaco Spar y el británico Tesco. Son las cadenas extranjeras las que protestan en estas semanas porque el Gobierno húngaro ha querido techos a los precios de los productos básicos como pollo, harinas y azúcar, con la inflación galopante que tenemos en Europa, y la obligación de entregar los productos caducados a un banco de alimentos. Además, los tipos impositivos han pasado del 2,7% al 4,1%.
Se repite el dilema de siempre: ¿son medidas justas como parece o el Gobierno va en contra de los principios del marcado interior Ue? En resumen, ¿es un intento de hacer las cosas correctas para la población o la prueba de una nacionalización? A los lectores la ardua sentencia. Si Auchan se está rindiendo y vende a una empresa húngara, Tesco ya se ha dirigido al Tribunal de Justicia Europeo en relación con los nuevos tipos. Perdió el caso. Quizás lo intente de nuevo.