En todas las familias reales los problemas están siempre a la vuelta de la esquina. El sobrino de la reina Margrethe II de Dinamarca, el príncipe Gustav, lo sabe. Una vida amorosa turbulenta, la suya, y ahora que ha encontrado el amor, estallan en cambio polémicas sobre otro frente. Gustav y Carina, la modelo californiana con la que se casó, tendrán un hijo de maternidad subrogada. Y será el primer caso del mundo en una casa real.

Es un problema de sucesión (y también ético) que todas las cabezas coronadas de Europa miran con interés. El futuro hijo de Gustav, a menos que se produzca una intrusión parental, será el heredero de la Casa de Sayn-Wittgentein-Berleburg. Pero primero tendrá que resolver algunos problemas: los cónyuges reales viven en Alemania donde la maternidad subrogada está prohibida; Carina no es noble ni de fe protestante y, como ha sucedido en el pasado, algunos parientes podrían oponerse a la futura coronación.

“Por el bien del niño, le pedimos que se abstenga de hacer más preguntas – dicen por ahora los padres – Publicaremos más información a su debido tiempo”. Todo se ha pospuesto.

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