A veces vuelven a casa. Como en Sonneberg, una ciudad de Turingia de 54.000 habitantes que alguna vez fue famosa por las fábricas de juguetes (que ahora se han “trasladado” a China), donde el candidato de extrema derecha podría ser el primero en dirigir un distrito en Alemania.
El AfD, el partido que rehuye los nostálgicos del tiempo que fue, lo intentó sin éxito hace unos días con las elecciones del alcalde en la capital del estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Schwerin: su hombre no se convirtió en alcalde. Pero esta vez en Sonnerberg, en el corazón (“de oscuridad”, como señalan algunos cronistas locales) de una Alemania que tiene miedo de los inmigrantes y los costes de energía, la historia puede ser diferente.
Robert Sesselmann podría convertirse en el primer Landrat. Por solo 800 votos, no lo logró en la primera ronda, donde obtenió un resultado que superó las expectativas. El AdD tuvo un 20% y superó en votos incluso el SPD que tiene un fuerte arraigo aquí: personas sencillas, que con el tiempo, como en toda Europa, se han empobrecido por las nuevas tecnologías, los costes de la Agenda Verde y la guerra en Ucrania. Y los servicios sociales también sufrieron mucho.
La solución para algunos – y para aquellos que especulan sobre ellos sin ninguna vergüenza – son los extremistas de derecha que evidentemente no conocen la Historia, pero muy bien como aprovechar la ignorancia local. El líder de la AfD en Turingia, Bjoern Hoeche, una vez llamó “una vergüenza” al monumento al Holocausto que está en la capital alemana.
Los otros partidos, sabiendo que con los adversarios no se puede hablar, recurren a coaliciones extragrandes para poner su Landrat aquí. Hará falta algo más: atención a los ciudadanos, servicios de welfare, por ejemplo.
