No será una mala actuación (Barcelona en la vuelta de la semifinal de la Copa del Rey y Elche) lo que socavará la magnifica temporada que está disputando el equipo de Lopetegui. La envidia hace a los demás la fosa y luego cae en ella, dice un viejo lema. Las señales de reacción vienen de Dortmund donde el equipo ha estado a un paso de la histórica remuntada y si en la ida no hubiera estado el dios vikingo Haaland para romper el equilibrio hoy estaríamos hablando de un Sevilla calificado para los cuartos de Champions.
Bueno, tal vez es el estrés de una competición que no es la Europa League y la continua demanda, injustificada a nuestro juicio, de estar ya al nivel de los grandes clubes mundiales que han debilitado al grupo: el crecimiento es lento y constante y sólo tendrá que esperar un año, quizás dos para llegar al olimpo del fútbol. El Derby de hoy será una prueba de fuego y una oportunidad para la revancha después de la mala pelea de ida. El lema es restaurar los equilibrios en la ciudad, como era indiscutible hasta que el Betis despertó y comenzó a ganar.
Hay seis puntos de separación y una partida más para jugar. Bastaría con este dato para estar tranquilos. Pero demasiadas ansiedades y presiones han minado, a nuestro juicio, el camino de un equipo ya bastante maduro. Tal vez las dudas sobre el rendimiento de algún jugador. El Papu, por ejemplo, que apostamos puede ser hoy (siempre que Lopetegui no prefiera Oliver o Rakitic para un centro más blindado) el jugador decisivo. Sería una buena tarjeta de presentación después de los éxitos con Atalanta. La idea de verlo esta noche en el campo con Ocampos, El-Nasyri y Suso es un placer para los conocedores del fútbol.