No vamos a morir asados, pero estamos cerca. Culpa como de costumbre de los negacionistas, que se presentan en formas y semejanzas diversas con ocasión de cada acontecimiento que concierne a la humanidad y a nuestra convivencia: pandemia, democracia, precisamente clima.
El Parlamento Europeo ha aprobado recientemente la ley sobre la “restauración de la naturaleza” a pesar de las tenaces oposiciones de quienes, en nombre de la ideología, quién sabe cuál luego, niega los acontecimientos. La ley quiere “reparar” los ecosistemas dañados, reducir a la mitad el uso de pesticidas químicos, curar el 80% de los hábitats naturales europeos en malas condiciones, intervenir inmediatamente en el 20% de las superficies.
“El cambio climático es una amenaza para la humanidad”, gritó John Kerry, durante una reunión con el jefe de la diplomacia del Partido Comunista, Wang Yi. El calor de estos días es, según los expertos, “muy alto en comparación con el promedio”. Cambios “irreversibles”, fenómenos climáticos extremos que ocurrirán “cada vez con mayor frecuencia”.
Entonces? Cuando nos demos cuenta de que nosotros mismos somos la causa de todo, con el uso excesivo de combustibles fósiles y la muy escasa atención a la salud del Planeta, tal vez sea demasiado tarde. También porque es difícil que justo ahora derecha e izquierda se pongan de acuerdo, en nombre del egoísmo de alguien, aunque convenga a ambos. De cuestiones tan científicas están excluidos, lo confirman también los expertos del clima, los golpes de suerte.