París vale una misa… y una playa. La grandeur de la capital no admite objeciones, ni para arenales artificiales y temporales como los que construye cada año en verano para sus ciudadanos y turistas. La Gran Belleza es ante todo ilusión, ¿y qué importa que todo sea “falso” en la Rive Droite? Simplemente salga de una estación de metro y piense que, con una tumbona y una sombrilla, está fuera del frenesí diario.
La ciudad francesa inició el proyecto “Paris Plage” el año pasado: tres kilómetros y medio de playas durante cuatro o cinco semanas al año entre el Quai du Louvre y el puente de Arcole. Algunos puestos de cerveza y algunas palmeras son suficientes para refrescarse y pensar (solo desde las nueve de la mañana hasta la medianoche) en otros lugares a los que ir.