Con 1.400 millones de dólares en ingresos por su “Eras Tour” (pero serán más que eso) la rubia de 33 años Taylor Swift se ha convertido en una de las estrellas del pop más ricas del planeta. Y hasta aquí nada extraño, de estos “adelantamientos” entre estrellas de rock hemos visto muchos. Pero hay un factor que distingue a Swift (sí, se llama como el número que se encuentra en las transferencias bancarias internacionales) de sus competidores.
La cantautora, moviendo una increíble cantidad de gente que visita ciudades, paga hoteles, llena restaurantes, “mueve” de hecho el PIB americano. Calcularon que “toda la gira estadounidense podría generar un gasto total de 4,6 mil millones de dólares, más que el PIB de 135 países”.
Añadimos que sus conciertos serán en total 137 en cinco continentes. ¿Una embajadora del made in Usa en todo el mundo? Mucho más. La belleza estadounidense, cuya familia parece tener orígenes italianos (en Cilento) no solo logra arreglar las cuentas estadounidenses, sino también provocar terremotos, en el verdadero sentido de la palabra.
Durante su concierto en el estadio Lumen Field de Seattle, los sismógrafos registraron una “vibración” equivalente a un terremoto de magnitud 2,3 en la escala de Richter. Culpa de los 70.000 que bailaban y cantaban en la instalación, exaltados, como cuando tocaban los Beatles, por el artista con los superpoderes. Por mucho que haya pasado, por ahora Barbie solo puede ser segunda.
