Alemania se está convirtiendo en el país más grande del mundo para permitir la venta de cannabis. Por las calles alemanas se podrán encontrar, al menos según las promesas, cadenas comerciales que ofrecerán la marihuana a sus clientes, una especie de Starbucks de la hierba.
La legalización, aprobada por el Gobierno hace dos semanas y a la espera de la ratificación por parte del Bundestag, también traerá mucho dinero. Según los cálculos de la Universidad Heinrich Heine de Düsseldorf, que ha realizado un estudio al respecto, si, como es previsible, se consumieran cuatrocientas toneladas, el cannabis llevaría a las arcas del Estado unos 4.700 millones de euros, entre ingresos fiscales (el impuesto produciría 1.800 millones) y ahorros también en lo que se refiere a la seguridad pública.
Se estima que se crearán 27.000 puestos de trabajo más. Y prevenir las adicciones, controlándolas, podría ser más fácil. Sin embargo, la ley no permite la venta libre y limita el consumo a los llamados círculos de la marihuana. El consumo se limitará a los socios: máximo 25 gramos al día y 50 al mes, mientras que entre los 18 y 21 años se podrán comprar solo 30 gramos al mes.
El ministro de Salud, Karl Lauterbach, quiere más y anunció que intentará convencer a todos de que la venta y el comercio de marihuana en tiendas especializadas autorizadas será el siguiente paso.