¿Máscarillas “made in Andalucía”? Sí, gracias

La mascarilla, como vio en directo por televisión todo el mundo en la última reunión de líderes europeos en el Edificio Europa de Bruselas, es ahora también una forma de comunicación, además de una necesidad para proteger la salud pública. No se equivoca quien dice que esta protección, casi ignorada hasta hace dos años, nos seguirá acompañando durante mucho tiempo. Los líderes de los países de la UE tenían algunas creadas para el evento europeo, como el primer ministro luxemburgués, Xavier Bettel, que expresaba alegría con “¡Buenos días!” (“Moien!”) u orgullos patrióticos como los que mostraban banderas nacionales bordadas. Sólo Angela Merkel, conocida por su sobriedad, ha llevado una mascarilla blanca y sin escribir. Pero las personalizadas, indispensables compañeras de vida por quién sabe cuánto más, se han puesto de moda.

Todo esto para decir que hay luz incluso en la oscuridad. Muchos empresarios europeos han comprendido que esta necesidad humana de protegerse del “enemigo invisible” no acabará con el anhelado final de la pandemia y por eso han invertido en la producción de un instrumento que ya es necesario. En España, en las afueras de Sevilla, fueron los italianos los que pusieron en marcha la primera fábrica andaluza de máscaras anti-Covid.  

Daysan es hoy una realidad establecida con 9 empleados, abastece a la Junta de Andalucia, SAS (Servicio Andaluz de Salud) y otros clientes institucionales, médicos y realidades deportivas y merece la pena subrayar una vez más que no tiene sentido comprar máscarillas de China si tenemos mejores, a precios supercompetitivos, sobre todo certificadas a los más altos estándares. La colaboración de profesionalidad italiana y española permite hoy – en ambientes esterilizados y asépticos de vanguardia y con maquinarias locales, en este caso sevillanos de Cora del Rio – producir máscaras seguras al 99,98% (datos oficiales).

La personalización de estos objetos de protección es ahora la próxima apuesta de la empresa. En las plantillas se pueden imprimir logotipos y muchas empresas españolas e internacionales están pidiendo para modelos de este tipo. Imaginemos, por ejemplo, cuando reabran los estadios o las oficinas públicas: ¿qué espléndido servicio para espectadores y clientes ofrecer, a costes muy competitivos y por lo tanto sin desembolsos particulares, máscaras desechables de absoluta seguridad? ¿O para los ciudadanos que utilizan los servicios en las oficinas públicas demostrar que la comunidad y las instituciones han pensado en ellos?

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