Con sus propios modelos de desarrollo, diferentes opiniones sobre muchos temas, pero con el deseo de no molestarse más de demasiado. Xi Jinping y Joe Biden compartieron posiciones comunes sobre la lucha contra el cambio climático, la inteligencia artificial y la lucha contra la plaga de la droga fentanilo. No solo eso. También anunciaron la reanudación de las comunicaciones militares, un sector en el que los contrastes habían parecido relevantes.
“El planeta es lo suficientemente grande como para permitir el éxito de ambos”, concluyó el líder chino, que habría hecho una promesa a medias al colega americano de poner una buoma palabra con Irán para que siga políticas de escalada en el conflicto entre Israel y Hamás.
¿Todo bien entre Estados Unidos y China? No precisamente porque después de unos minutos de la conferencia de prensa común Biden a una pregunta precisa ha respondido que Xi es “en cierto sentido dictador, en el sentido de que dirige un país comunista y se basa en una forma de gobierno totalmente diferente de la nuestra”.
Las diferencias siguen siendo enormes. En primer lugar sobre Taiwán, que fue precisamente el motivo de la interrupción de las comunicaciones militares entre los dos países (fatal fue la visita de Nancy Pelosi a Taiwán en agosto de hace un año). Como señala el Economist, “lo mejor que se puede decir de la reunión es que tuvo lugar. Promete reavivar la costumbre de diálogo con vistas a un año turbulento, con las elecciones presidenciales en Taiwán y América. Pero si la conversación tuvo éxito donde el anterior había fracasado, es decir, en poner ‘un plan’ bajo la rivalidad entre Estados Unidos y China, solo lo veremos con la próxima crisis”.