Hay un pueblo en Italia, probablemente desconocido para los mismos corregionales, que se llama San Ferdinando de Apulia, cerca de Bari. El 30 de mayo el pueblo se detiene y celebra a su patrono, Fernando, cuya estatua está presente en el altar mayor de la Iglesia Madre y que cuenta con una devoción popular muy sentida. Lo que hace una localidad italiana casi perdida para homenajear a su santo, no lo hace Sevilla ni tiene intención de reconsiderarlo después de lo sucedido en el Ayuntamiento. El centro-derecha propuso hacer festivo el 30 de mayo, dar a conocer al patrono de la ciudad en las escuelas y celebrar el 350 aniversario de su canonización. No hay nada que hacer, la propuesta ha sido rechazada por el Pleno de Ayuntamiento y debemos imaginar almeno por un tiempo.
San Fernando puede permanecer tranquilamente como una figura clave de la historia española, pacificador y amado por la gente como nos lo cuentan los historiadores, pero sin su fiesta. Como ha comentado la promotora de las instancias de Vox, PP y Ciudadanos, Cristina Peláez: “Que Sevilla no celebre el día de su Patrón es una rareza que no sucede en ningún otro lugar de España”. Conoceremos quizás más a fondo las razones de esta rareza, si hay algo ideológico de por medio o no. San Fernando, el rey (pero no emperador, el Papa no quiso) que llevó Sevilla a la cristiandad, debe conformarse con un pequeño país italiano, si quiere contar con las procesiones en este siglo extraño.