Si no hubiera sido por algún pecado venial (el clamoroso autogol de Unai Simon al principio del partido, el apagón de los últimos diez minutos de los tiempos reglamentarios), España habría atropellado a Croacia con con un marcador récord. Demasiado fuerte el equipo de Luis Enrique para los adversarios, que ya desde el principio esperaban a la Roja en su propia mitad campo contando con contrapesos muy raros.
En el decimoctavo de la primera parte ya se contaban cinco ocasiones netas para España: Gayà, Koke dos veces, Sarabia, Morata que no golpea bien de cabeza. Un dominio. Sin embargo en el 20th sucede el imponderable: en un retropasaje de Pedri, Unai Simon falta el balón en un exceso de confianza. En la 24 Vlasic podría haber doblado en el lanzamiento de Modric, hoy poco fuera de serie. Y habría sido dolor.
En cambio los hombres de Luis Enrique se reaniman y Sarabia – excelente prueba la suya, como la de Morata y del mediocampo – empata. En el segundo tiempo los ataques españoles producen el gol en el 56 sobre una estupenda triangulación Pedri-Ferran-Azpilicueta y el numero 2 marca de cabeza.
El tiempo para una ocasión croata y Ferran Torres marca la diferencia. Dos goles increíbles (todavía hay que trabajar en la experiencia de esta formación, aunque el juego es de calidad indiscutible) y Croacia en plena recuperación empata. No hay miedo porque en los extras España en la 99 con un gran gol de Morata y una finalización de Oyarzabal pone el marcador donde debía estar. Cinco a tres y Croacia en casa. Podría haber sido más.