La etiqueta de semáforo Nutri-Score todavía no es obligatoria, pero ya ha sido adoptada por algunos países europeos. Desde su nacimiento ha sido objeto de polémicas porque “son engañosos para el consumidor”, como han sostenido los Consorcios del Parmigiano Reggiano y del Grana Padano que no quieren etiquetas de ningún tipo de los operadores del sector que se refieran al Nutri-Score. El sistema de semáforos no premia, en efecto, los alimentos complejos en los que hay sí, por ejemplo, grasas (visto como el diablo en la UE, demasiado a menudo presionado por grupos de presión que saben poco de comida verdadera) pero se omiten – en la clasificación – aportaciones fundamentales como el calcio, vitaminas y otros.
Buscar verdaderas opciones saludables y equilibradas con el Nutri-Score no se puede porque se habla de detalles y no de toda la dieta de la persona que quiere alimentarse bien: “El uso de etiquetas de semáforos basadas en cantidades de referencia desconectadas de la dieta y la dieta recomendada son herramientas engañosas en relación con la naturaleza real del producto individual, Puesto que son tareados sobre cantidades bien difícilmente consumidas en la práctica”, escriben los Consorcios.