El control de Pegasus era masivo. Entre los teléfonos interceptados se encuentra el del Presidente francés, Emmanuel Macron y 13 Jefes de Estado y de Gobierno, entre los que se encuentra, ironía del destino ya que son los mismos servicios marroquíes los que han utilizado el software israelí, el rey de Marruecos, Mohammed VI, además de los presidentes de Irak, Sudafrica, y 14 ministros de Francia.
Rabat está bajo acusación, una quinta parte de los cincuenta mil perfiles espiados es obra de Marruecos: entre los objetivos del espionaje las relaciones Francia-Argelia y, parecería, el caso del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, llegó a España del país africano con identidad falsa para someterse a una cirugía. Un caso que todavía no se ha aclarado por completo. La ONG Amnistía Internacional ya había acusado hace un año a los servicios secretos marroquíes de espiar al periodista marroquí Omar Radi, que fue condenado a seis años de cárcel.
El control masivo ha sido discubierto por Amnistía Internacional y la ong Forbidden Stories. Es el mayor ataque a la privacidad y la seguridad personal de la historia. Pegasus ha sido fabricado por una empresa israelí por razones antiterroristas, pero al final espiaba a 180 periodistas y miles de activistas de los derechos humanos.
El software hace todo lo necesario para controlar: intercepta llamadas telefónicas y contraseñas, ve los mensajes y sabe dónde buscar al autor de estos mensajes. La noticia es una bomba porque significa que alguien se ha interesado en mantener bajo control no sólo a quienes van en contra de los intereses de una nación, sino a toda una sociedad, incluida la de la información.
En medio del mundo, los abogados de derechos humanos han sido controlados con certeza. Según afirma Amnistía Security Tech Lab, dirigido por el italiano Claudio Guarnieri, el control se dirigió a más de 50.000 usuarios telefónicos de periodistas, políticos, abogados e incluso 13 jefes de Estado por parte de los gobiernos de México, India, Marruecos, Indonesia, y otros países hasta la Hungría de Orban, que lo usaría para ver cómo se movían y hablaban los opositores. Entre los controlados en México, un periodista asesinado hace tres años, Cecilio Pineda Birto.