La periodista se defendió diciendo que una foto había sido tomada en un compound, es decir, en un lugar privado y seguro y otra en medio de las calles de una Kabul ya tomada por los talibanes. Se defendió porque las mujeres de todo el mundo se sintieron ofendidas por ese cambio de vestido (en una, como se ve en la foto, aparece sin velo y con vestidos llamativos, en la otra vestida de negro y con la única cara descubierta). ¿Una sumisión a los talibanes? ¿Una necesidad? Hay mucho que discutir. Pero es ciertamente difícil en una capital recién tomada por los islamistas no ponerse el velo y proceder como una mujer occidental como si nada. Clarissa Ward, corresponsal de la CNN, sin embargo, a juicio de las mujeres que la impugnaron, podría dar una señal, incluso de independencia y también periodística.
¿Las reporteras que documentan hechos históricos como este deben poner el chador? ¿O si no lo llevan reciben una bala? Era quizás la ocasión de demostrar al mundo, con tanta valentía, que el periodismo no recibe órdenes de nadie. Y lo que Ward, el chador, ha utilizado no es lo que la ley coránica impondrá a las mujeres, ahora que Kabul es conquistada por los talibanes: las afganas seguramente irán por ahí con el burka, que las cubre de cabeza a pie, de riguroso color negro, dejando una pequeña grieta en los ojos. Mujeres que serán reducidas a un papel muy similar a la esclavitud con su propio hombre.