Tres semanas de infierno. La Cumbre Vieja continúa sembrando destrucción en la isla de la Palma. La presión de la lava ha roto el volcán en varias partes: el sábado la pared norte se derrumbó produciendo otras coladas. Desde el 19 de septiembre, día en que despertó, ha destruido más de 500 hectáreas de territorio, más de mil casas y evacuado a 6.000 personas.
Areas restringidad en todas partes, también por el peligro de la contaminación del aire, dióxido de azufre y dióxido de carbono que, sin embargo, no crean actualmente peligros particulares para las personas que viven en la isla . Nubes de ceniza de hasta tres kilómetros de altura que se estacionan en el aire y cortan los aeropuertos, incluso el lejano de Tenerife. También continúan los pequeños movimientos telúricos a unos 20 kilómetros de profundidad. Entre explosiones y ruidos violentos, el escenario sigue siendo una pesadilla.