Vamos Paya es una segunda casa. El sentido de los bares de Sevilla siempre ha sido este: salir de casa y encontrar la otra – que pertenece a todos y a nadie – en la que se encuentran amigos y clientes que quizás serán amigos.
Como decía el escritor italiano De Amicis: “En Sevilla no se envejece. Es una ciudad en la que la vida se desvanece en una sonrisa continua, sin otra cosa que disfrutar del hermoso cielo, las hermosas casitas, los jardines voluptuosos”. No huimos de esa lógica. Cuando haya terminado de visitar el Museo de Bellas Artes, en la capital sevillana, no deje de hacer un salto, a pocos cientos de metros, en un bar que es tradicional y popular, pero que conserva el encanto de la amistad y de la terraza al sol donde hacer largas conversaciones con sevillanos auténticos.
El pescadito frito de extraordinaria calidad, las gambas fresquísimas, o platos comunes y tapas andaluces servirán para conduciros hacia esa tranquilidad – hacia la vida que irrumpe, cada día, en nuestra frágil existencia – que es sólo de aquí. Déjese llevar por la Sevilla real, en el centro de la ciudad, como solía ser. De internacional tenemos mucho, mucho y tal vez demasiado, a veces.
