Cuando el Betis verticalizza, es imparable porque lo hace con velocidad y muchos jugadores que ya saben qué hacer. Es un mecanismo coral infalible que aplasta a todos los oponentes, hoy el Levante mañana otro equipo. Los granotas hicieron lo que pudieron contra esta máquina infernal que impone el juego. El Betis ya no tiene miedo de estar en el papel de favorito, como en este encuentro y también desprovisto de piezas importantes como Guido y Canales: muele calidad allí en el medio, con un pressing perfecto, y luego golpea.
Fekir, Edgar después del poste de Pezzella y luego él, el hombre insustituible, la balanza del mediocampo, el metrónomo del Betis: William Carvalho, que empieza a familiarizarse con el gol. Después de la obra maestra con el Rayo el miércoles pasado, hoy la ha colocado en la esquina con una sencillez desarmadora. Este equipo siempre marca en abundancia, como ningún otro. Y Fekir, como de costumbre, no sólo nos animó con los dos goles, sino con un compromiso continuo y total con la causa.
Algunas incertidumbres en defensa, incluso cuando el partido ya estaba cerrado después de los tres goles, podrían ser evitadas: es quizás el salto de calidad de las próximas semanas. Cuatro a dos y todos en casa, con 43 puntos y un tercer puesto cada vez más firme. Que Barcelona haga lo que quiera esta noche: no da miedo, al menos no a este Betis.
