Las próximas 24 horas serán decisivas, según el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. Por la mañana las conversaciones entre las delegaciones de los dos países en Bielorrusia podrían aportar novedades que salvarían a Ucrania de una posible matanza de civiles en Kiev (los enemigos la asedian, aunque la resistencia es compacta y heroica) y Putin de un fracaso militar cada vez más evidente.
Tenían que conquistar el país en una guerra relámpago y ya estamos en el quinto día sin que hayan logrado ningún objetivo. Putin, a quien como aliados han quedado los chechenos y en las últimas horas parece ser los hombres de Lukashenko, con un ejército ruso que parece tener tropas cansadas y desmotivadas, saca a relucir entonces la amenaza nuclear. Es una advertencia a Occidente, pero en primer lugar una señal de debilidad y – todos están hablando de ello en estas horas – de inestabilidad mental.
¿Es un hombre, el dictador ruso, que ha perdido su orientación? Ha desilusionado al adversario, sobreestimado sus tropas, equivocado su campaña militar. Ha llegado a un callejón sin salida: ha recompuesto a la OTAN y a Europa contra él, asustados por planes de expansión ni siquiera tácitos y totalmente irrealizables, no ha conseguido el apoyo verdadero de China, en definitiva, está aislado. La disuasión nuclear es necesaria para ganar tiempo, pero ¿quién podría detenerlo en Rusia? ¿Ya hay que pensar en un después de Putin, teniendo en cuenta las vehementes protestas callejeras y una oposición interna que crece día tras día?
Mientras tanto la guerra continúa. Un misil ruso golpeó un edificio residencial en el centro de Chernihiv. Kiev sabrá hoy cuál será su futuro. Kherson, que está rodeada por los rusos, Karkhiv, Berdyansk y Mariupol, ciudad mártir por su posición geográfica que sigue enfrentando al enemigo, son los epicentros del conflicto. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha convocado una nueva reunión de urgencia, se hablará también de los refugiados que se estima que pueden llegar (ahora estamos a cerca de 500.000) a siete millones de personas.
