Al final se pusieron de acuerdo y quién sabe si han sido respaldados en secreto por el próximo plenipotenciario PP, Alberto Núñez Feijóo. Por su parte, el gallego dijo que ha sido culpa del PSOE que no quería rutas alternativas. Sí, pero ¿cuáles? Una manera de no involucrarse (todavía no) en un asunto de importancia fundamental para la suerte política del futuro. Cuando sea líder, el próximo 1 y 2 de abril en el Congreso extraordinario de Sevilla, también para aclarar algo sobre las próximas elecciones andaluzas de otoño, será el momento de la verdad: si el matrimonio con Vox se hará en todas partes.
Poco antes Alfonso Fernández Mañueco, presidente de Castilla Y Leon, y el líder de Vox y procurador en la Comunidad, Juan García-Gallardo, acababan de ponerse de acuerdo en nombre de la “estabilidad, solidez y gestión eficaz”. El fanstasma de la ingobernabilidad y de la vuelta a las urnas no puede ser, sin embargo, la única razón que ha unido a las dos fuerzas políticas de derecha.
Diez consejerías, tres, además de la vicepresidencia, a Vox y un documento de programación regional escrito juntos fueron los anuncios de ayer. Puntos clave son “vigilar y defender la igualdad” y “promover la solidaridad”, el “compromiso con el mundo rural y con sus oportunidades de desarrollo”, “apoyo a las familias, a la natalidad y a la lucha contra la despoblación”, la “reducción significativa del gasto institucional superfluo y supresión del gasto público ineficaz”.
Entre las acciones del Gobierno la aprobación de “una Ley de Desarrollo y Competitividad Rural” y una “de lucha contra la violencia intrafamiliar”. Otros objetivos son los de contrarrestar la desplobación y a tener una inmigración “ordenata en contra de las mafias ilegales”.