El canciller Olaf Scholz, al igual que sus colegas europeos, no está tranquilo, al igual de los que sostienen (y son muchos, dadas las condiciones de las tropas rusas) que Putin se retirará (¡el 9 de mayo! como anunció urbi et orbi el dictador al mundo entero). “Debemos ser conscientes de que tenemos un vecino que está dispuesto a usar la violencia para hacer valer sus intereses” subrayó el heredero de Angela Merkel (hoy muy criticada en casa porque se considera la estratega de una línea “soft” con Rusia que nos ha llevado a los resultados actuales). Así que Scholz quiere comprar para Alemania un sistema de defensa antimisiles que serviría para contrarrestar un posible ataque ruso. Los aviones que partieron de Rusia para ir a bombardear Ucrania tienen sobre las carlingas la inscripción “A Berlín” que es un poco el deseo príncipe del loco al frente de la ex URSS (a la que quiere volver).
En Chernóbil, se ha producido una alarma sobre los incendios que se han desarrollado en las instalaciones y que han provocado un aumento de los niveles de radiactividad en el aire. Situación peligrosa porque a los rusos, que controlan la central nuclear, no parece importarles y así dejan que las llamas se extingan por sí solas. El presidente ucraniano Zelensky renueva el llamamiento a Europa: “Tened más valor” (sobre todo al enviar los jets) y prepara las negociaciones de Estambul, confirmadas ayer también por el dictador ruso al primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan.
Mientras tanto, los rusos han decidido la (cansada) estrategia militar del momento, que prevé bombas de racimo, con los civiles como primeras víctimas de esta arma letal, asedios (muchos ucranianos dentro de las ciudades se han quedado sin comida ni agua, si no la de desagüe, como ha testimoniado la diputada Lesia Vasylenko) y particular ferocidad sobre el Donbass, que quieren anexionarse cuanto antes. A pesar de las dramáticas condiciones en las que vive gran parte de la población, es indudable que Putin, el gran estratega, está perdiendo la guerra y solo se escucha cuando amenaga con las armas nucleares como hacía Charlie Chaplin con el mapamundi en “El Dictador”.