Bucha no será el único nombre que permanecerá en la historia como símbolo de las atrocidades cometidas por los rusos en Ucrania. También Irpin y Borodyanka se suman a la lista de ciudades donde se han producido ejecuciones sumarias, torturas y violaciones, ya documentadas por muchos testigos. Cuando los rusos se retiraron, estamos al norte de Kiev, en dirección a Bielorrusia, el mundo ha descubierto los horrores. El Defensor del Pueblo ucraniano, Lyudmila Denisova, dijo que tenía evidencia de “niños menores de 10 años asesinados con signos de violación y tortura en la ciudad de Irpin” y a Prolisok de “cinco cadáveres de hombres con las manos atadas a la espalda, torturados y luego asesinados a sangre fría”.
Hoy se han previsto siete corredores humanitarios, en teoría también en Mariupol, pero salir de la ciudad mártir al sur de Ucrania es cada vez más difícil. El presidente ucraniano Zelensky ha afirmado ante el público de la ONU que Rusia quiere matar a tantos civiles como sea posible: “lleva a cabo acciones terroristas y está cometiendo los peores crímenes de guerra. Tendrán que ser juzgados por esto. Necesitamos un tribunal según el modelo de Nuremberg”. La embajadora estadounidense en la ONU, Linda Thomas-Greenfield, afirmó que ya tiene una “montaña de pruebas” de los crímenes de guerra rusos. Por su parte, Moscú se queja con Occidente de la expulsión de sus diplomáticos, enviados a casa (30 de Italia, 25 de España) como personas “desagradables” y “por motivos de seguridad nacional”.