El domingo es el día. La primera ministra Sanna Marin pedirá la entrada de su país, Finlandia, que así romperá su neutralidad histórica, en la OTAN. Lo eligió, después de suministrar armas a Ucrania y aumentar el presupuesto para gastos militares. La respuesta de Moscú ha sido inmediata: se siente “amenazada”, “esperen represalias y contramedidas militares”. Es probable que Suecia (con otra mujer, Magdalena Andersson, también socialdemócrata) pida el pase de la OTAN este lunes. Los finlandeses que están a favor de entrar en la órbita occidental son, según las encuestas, alrededor del 70%.
Mil quinientos kilómetros de frontera con los que eran los vecinos menos amados y que hoy representan una amenaza, los rusos. Quien manda las arriesgadas operaciones de cambio de identidad es la premier más joven del mundo, Sanna Marin, de 36 años, ni siquiera de derechas, es socialdemócrata. Finlandia es por quinto año consecutivo el país más feliz del mundo evaluando criterios como el PIB, libertad y solidaridad, salud, nivel de corrupción. Una democracia modelo que tiene como primer objetivo el bienestar: entre los futuros logros de este país habrá semanas laborales de 4 días para todos. Ahora, la guerra, el vecino es imperturbable y Putin ya ha amenazado al país.