A los 76 años, el decimosexto Patriarca de Moscú y todas las Rusias podría incluso evitar ser uno de los primeros fanáticos de Putin. Sus palabras en apoyo de la invasión rusa a Ucrania y las bennediciones de las tropas no solo han llegado al mundo civil occidental, sino también a cuatrocientos sacerdotes de la Iglesia ucraniana, que de Kirill dependen y han apelado a lo que se llama el Consejo de los Primados de las Iglesias Antiguas Orientales, es decir, el órgano supremo de las Iglesias ortodoxas. Para ellos, el apoyo del Patriarca Kirill a las acciones militares de Putin (porque a su juicio la guerra también la está haciendo a los estilos de vida pecaminosos de Occidente e incluso “a los gays”) es de hecho una herejía.
Escriben los sacerdotes: “Estamos presenciando las brutales acciones del ejército ruso contra el pueblo ucraniano, aprobadas por el patriarca Kirill. Como sacerdotes de la Iglesia y como simples cristianos, siempre hemos estado y estaremos siempre con nuestro pueblo, con los que sufren y necesitan ayuda”. Que la obra y las palabras de Kirill se evalúen “a la luz de las Sagradas Escrituras y de la Sagrada Tradición de la Iglesia”.
Y también el Papa Francisco ha sido objeto de polémicas porque en el Vía Crucis la cruz la llevarán juntas una mujer rusa y una ucriana. El obispo católico latino de Kiev, monseñor Vitalii Kryvytskyi, comentó: “Este gesto de reconciliación es bueno en sí mismo, pero sus detalles pueden ser incomprensibles e inaceptables para aquellos que ahora sufren por el agresor”.
