Un poco más de propaganda para hacer pasar el tiempo, lo que le sirve a Putin para conquistar el Donbass. “Si somos amenazados, responderemos con armas que nuestros adversarios aún no tienen”: así el presidente ruso – lo dijo en un discurso a los parlamentarios en San Petersburgo – amenaza a Occidente en el 64º día de la guerra. Creíble o no, añade otras amenazas energéticas a Europa, de actuar con todos como hizo con Polonia y Bulgaria, países a los que ha interrumpido el suministro de gas. “Paguen en rublos o acabarán igual”.
Mientras tanto, Putin pierde las piezas. El cuarto oligarca que lo abandona es Igor Volobuev, vicepresidente de la conocida Gazprombank, quien anunció que logró escapar de Moscú para luchar junto a las fuerzas ucranianas: “No podía ver lo que Rusia estaba haciendo a mi patria”. Volobuev nació en la ciudad ucraniana de Okhtyrka.
Sobre el terreno, se tiene noticia del uso de municiones de fósforo en la región de Donetsk y los ahora “habituales” bombardeos sobre civiles y hospitales por parte de los rusos, el último el de Severdonetsk, uno de los pocos hospitales que permanecieron activos en la zona. “Deliberadamente abrieron fuego contra el hospital, sabiendo que dentro había pacientes y médicos”, dijo el gobernador de Lugansk, Serhiy Haidai.
Las negociaciones no avanzan y quizás solo servirán después de los feroces combates en Donbass y el Sur que se esperan en las próximas dos semanas. También tomó nota del asunto el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en visita a Kiev y Moscú. “La guerra no terminará con las reuniones. La guerra terminará cuando la Federación Rusa decida terminarla y cuando, después de un alto el fuego, exista la posibilidad de un acuerdo político serio. Podemos tener todas las reuniones, pero eso no es lo que acabará la guerra”.