Al no poder contener la protesta, que ahora se ha convertido en guerra civil y cuyo resultado final desconocemos, los ayatolás prueban con la carta de una posible reforma. El fiscal general iraní, Mohammad Jafar Montazeri, anunció la abolición de la Policía Moral, la que mató a Masha Amini, la joven de 22 años que supuestamente llevaba mal el velo, y muchas otras mujeres que, en protesta, se negaron a usarlo más tarde. Un intento de detener las incontenibles protestas en todo el país.
En dos o tres semanas, al menos este ha sido el anuncio, la Comisión Cultural del Parlamento revisará las reglas, hasta ahora intocables, sobre la vestimenta y el decoro, uno de los puntos fuertes de la dictadura. Montazeri lo anunció en Qom, ciudad símbolo de la revolución jomeinista de hace 43 años (la nieta del ayatolá más famoso también participa en las manifestaciones de estos meses).
El presidente Raisi, por su parte, subraya que “hay métodos de aplicación de la Constitución que pueden ser flexibles” y confirma el giro del régimen. ¿Será suficiente eliminar la obligación del velo? Difícil. Ahora el país está dividido y las dos almas se enfrentan en todas partes. Las víctimas y los condenados a muerte (quizás 15.000) constituyen un número demasiado alto para poder pacificar a Irán con un simple anuncio.