Estamos muy cerca de ser competitivos al más alto nivel. Por ejemplo, ser más amigos de Sánchez Martínez, el árbitro que negó dos penaltis bastante claros, el primero en la intervención de Carvajal sobre Fekir y el segundo por Courtois que “arrojó” a Borja Iglesias. Falta muy poco porque este Betis no solo ha demostrado que tiene una identidad de juego todo el partido y una capacidad de sufrir todos juntos que tienen pocos. También está el hecho de que enfrente tenía el club con el grupo quizás más “compacto” de la Liga: individualidades sobresalientes (véase el gol de Vinicius), velocidad y potencia, un once acostumbrado a luchar en todas las condiciones.
Pues bien, a pesar de que se jugaba en casa de los campeones de Europa, los hombres de Pellegrini demostraron poder competir y por poco no lograron llevarse a casa un empate. Después de seis intentos, los merengues lograron tener razón sobre el Betis, pero con los penaltis habría sido otro partido. Por supuesto, para ser completamente honesto, la diferencia entre los dos equipos todavía existe y no podía ser de otra manera. Pero haber mantenido el grupo del año pasado, seguir jugando imponiendo, cuando se puede, el propio juego, la inteligencia de no descubrirse demasiado, las individualidades que se confirman (esperando a Luiz Henrique…), todo esto es esperanzador. Adelante así.