Nació accidentalmente, un día que el mascarpone se deslizó sobre el tazón de huevos y azúcar. Si Ado Campeol, dueño del restaurante Le Beccherie di Treviso, no hubiera probado esa cuchara “extraña”, fruto de un error, el mundo se habría perdido uno de los dulces favoritos, el tiramisú. Ado murió a los 93 años y con su esposa Alba añadió, a ese extraño descubrimiento, los saboyardos mojados de café amargo y el cacao, que se puso estrictamente al final después de que el tiramisú fue conservado en el refrigerador.
El chef Roberto Linguanotto ha sido quien le ha ayudado en todos estos años a mantener la receta en un nivel de calidad excelente. La receta del verdadero tiramisú (existen numerosas variantes de aquella invención de 1972) fue depositada en la Academia Italiana de la Cocina hace apenas 11 años. El verdadero secreto está en esos papeles que siempre recordarán a Ado.