A partir de hoy, podemos despedirnos de una amiga especial, la peseta. Quedará en el recuerdo de todos, aunque calculen que todavía hay 1500 millones (valor en euros) en circulación, guardadas en secreto como alegrías de familia o celebradas porque, quizás, un día se revaluarán como reliquias históricas. Ha pasado mucho tiempo desde el 19 de octubre de 1868 que nació. Le eligieron el nombre porque popular: “pesseta” es el diminutivo del catalán “pieca” y así lo llamaban todos. Ha visto en sus dos caras 134 años de historia española.
Las primeras pesetas fueron obra de Luis Marchionni, grabador principal de la Casa de la Moneda de Madrid: una imagen que representaba a España con los Pirineos, quizás matrona sentada sobre las rocas, el clásico escudo español. Republicanos y franquistas la han manipulado, convirtiéndola en un instrumento de propaganda. Cambió, la moneda, estilo e imágenes hasta la democracia, cuando se impuso la cara del rey don Juan Carlos I así como el Escudo Real. Desde entonces sólo cambia con intenciones conmemorativas.
Ayer en Madrid, los rezagados hicieron hasta dos horas seguidas para cambiar – devolver al Estado a cambio del más vulgar euro – lo que ha sido una gloria nacional durante tanto tiempo. Ahora es materia de coleccionistas o historiadores. Una parte de la vida personal de los españoles se va. La hemos manejado siempre, la hemos tenido al lado todos los días – en las alegrías y en los dolores ha estado siempre con nosotros – y nos parecía justo decirle adiós para siempre.