Ahorrar. La consigna cuando la inflación alcanza el 114% y los precios vuelan, flotando en el mismo día al azar, es solo una: ahorrar. En definitiva, no gastes en todo lo que se ha hecho hasta que ha comenzado el apretón, es decir, ir al cine o al teatro, usar poco el coche, cortar los restaurantes y la diversión, pero también, en muchos casos, comer menos.
La inflación domina en Argentina, los aumentos de los bienes de todo tipo, incluidos los de consumo, son exorbitantes. El país no está al borde del abismo: ya existe desde hace tiempo. Un tercio de la población está en condiciones de pobreza. Quien no tiene ahorros se ve obligado al hambre.
El Banco Central de Argentina ha aumentado los tipos de interés en seiscientos puntos básicos, pero de poco sirve en la ola de la devaluación de la moneda, el peso, que tiene un problema desde siempre de cambio sobre el dólar. Y las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional no son sencillas, tanto que el ministro de Economía, Sergio Massa, ha buscado en China lo que no existe a nivel internacional. Pronto, según los analistas, se superará el récord mundial que tiene el país, los nueve impagos de los bonos soberanos. A menos que haya milagros.