Una “peregrinación de penitencia” la del Papa Francisco en Canadá. El Pontífice se ha disculpado con los “nativos” a los que los misioneros hicieron violencia y que hoy provocan, como ha dicho el Papa, “indignación y vergüenza”. Un viaje a Edmonton, Quebec hasta Iqualuit, cerca del Círculo Polar Ártico, donde los gobiernos, en nombre de las políticas educativas, han destruido la existencia de más de 100.000 niños alejándolos de sus familias.
En un caso y en el otro, el desderio era borrar las raíces de los “nativos” y homologarlos a otras culturas “dominantes”. El Pontífice ha querido cerrar así una página doloroda de la Historia y Canadá agradece la ayuda: recientemente ha anunciado indemnizaciones por 27 millones de euros. “Pido perdón por los modos en que, por desgracia, muchos cristianos han sostenido la mentalidad colonizadora de las potencias que han oprimido a los pueblos indígenas. Me siento muy mal. Y pido perdón por los modos en que muchos miembros de la Iglesia han cooperado también a través de la indiferencia a esos proyectos de destrucción cultural y asimilación forzada de los gobiernos de la época”, subrayó el Papa Francisco ayer.