A pesar de los llamamientos provenientes de medio mundo, el ex viceministro de Defensa Alireza Akbari ha sido ahorcado en los últimos días en Teherán con la acusación de “corrupción y de haber dañado la seguridad interna y externa del país pasando información de inteligencia”. Akbari habría sido una espía británica.
El ministro de Asuntos Exteriores británico, James Cleverly, lo llamó “un acto político de un régimen bárbaro que tiene un desprecio absoluto por la vida humana” (también porque el ex viceministro, torturado durante más de tres mil horas por los criminales del régimen, tenía doble pasaporte). Akbari fue arrestado hace tres años al llegar a Teherán, después de haber sido invitado oficialmente al país de los ayatolás para una conferencia: la excusa habitual para arrestar a quien no piensa como quien manda.
En el caos de las protestas populares, en lo que ya es una guerra civil entre el régimen y el país real, la vergonzosa máquina de la “justicia” iraní sigue adelante. La BBC ha emitido en los últimos días un audio en el que el ex viceministro de Defensa durante la presidencia de Khatami ha afirmado que ha sido torturado y obligado a confesar con la fuerza crímenes nunca cometidos.