Una imagen ha preocupado a los monegascos en estos días. Es la de Charlene, la consorte de Alberto, el príncipe de Mónaco, atrapada en la foto a su marido, pero sufriendo en la postura y en la expresión. Es en Sudáfrica donde toda la familia se ha reunido, porque la princesa no volverá a Mónaco hasta octubre, debido a una operación reciente, que la ha llevado a tener una infección otorrinolaringórica.
Esta foto que todos los medios han publicado y que también está en las cuentas de las redes sociales “oficiales”, combina la ligereza de una familia recuperada, y también las dudas sobre el estado de salud de Charlene y sobre la supuesta crisis conyugal entre los dos reinantes, después de diez años de matrimonio, poco se sabe.
De hecho, desde el comienzo de este informe se han producido crisis, con supuestas tentativas de fuga por su parte. El periódico alemán Bunte ha escrito que Charlene está buscando una casa cerca de Johannesburgo. Otras fuentes aseguran que se va a divorciar. A pesar de las recientes declaraciones de la princesa (“Alberto es el principal pilar de mi vida y mi fuerza, sin su amor y su apoyo no podría haber superado este momento tan doloroso”) la crisis de la mujer es evidente.