“Hay un poder de los gestos que prepara la paz: no el de los gestos de poder, de las amenazas de represalia y de las manifestaciones de poder, sino el de los gestos de distensión, de los pasos concretos de diálogo”. El Papa Francisco está en Chipre para “derribar los muros”.
Hablando a la comunidad católica de la isla, dijo: “Somos hermanos, amados por un único Padre. Estáis inmersos en el Mediterráneo: un mar de historias diferentes y que ha acunado tantas civilizaciones, un mar del que aún hoy desembarcan personas, pueblos y culturas de todas las partes del mundo”. “No hay ni hay muros en la Iglesia católica: es una casa común, es el lugar de las relaciones, es la convivencia de las diversidades”. Y la Iglesia es un “verdadero lugar de encuentro entre etnias y culturas diversas”.
Durante el vuelo a Larnaca un periodista francés llevó al Papa Francisco un regalo de la parroquia de Calais, que en estos días vive, como en otras partes del mundo, el drama de los refugiados: un panel de madera azul en forma de cometa con escrito “a todas las personas exiliadas, fallecidas en la frontera franco-británica” y el primer nombre en la lista de muertos es el de una niña de 3 años.
“Es un viaje hermoso, pero tocaremos también llagas”, comentó el Papa, que pasará estos días en misión en el país que tiene el porcentaje de migrantes más relevante entre los países de la Unión Europea. “El continente europeo necesita reconciliación y unidad, Necesita coraje e impulso para avanzar. Porque no serán los muros del miedo y los vetos dictados por intereses nacionalistas los que ayudarán a su progreso, ni la sola recuperación económica podrá garantizar su seguridad y estabilidad”.