“Trabajaremos para estrechar lazos políticos. En la práctica, vamos a vincular más las redes y las infraestructuras de Ucrania con la Unión”. La respuesta del Presidente del Consejo de la UE, Charles Michel, a las peticiones de adhesión inmediata de Ucrania a Europa es, en esencia, un claro no y la confirmación de que las ayudas al país atacado serán sólo las sanciones. Kiev está a punto de ser asediada por las tropas rusas y no es difícil pensar en una masacre a gran escala.
Las negociaciones turcas en Antalya han sido un fracaso y China, que afirma estar “muy preocupada” sólo puede, al menos por el momento, “apoyar a Ucrania y Rusia para que superen las diferencias y eviten una nueva escalada”. Mientras tanto, los corredores humanitarios no funcionan. El viceprimer ministro de Ucrania, Iryna Vereshchuk informó al mundo de la situación dramática que se vive entre Mariupol y Zaporizhia: “Nadie ha sido evacuado. Ni una sola gota de agua ha llegado a las personas que están exhaustas por la sed. 300.000 personas están sufriendo por falta de agua, frío y hambre”. También Chernihiv se ha quedado sin agua, mientras que Rusia continúa conquistando ciudades a fuerza de bombardeos.
El ataque contra Ivano-Frankivsk, en el suroeste de Ucrania, a cien kilómetros de Lvov y cerca de la frontera con Polonia, es motivo de preocupación. Es el nuevo frente de la guerra, lejos de los tristemente conocidos. Ataques con misiles en Lutsk y al Instituto de Física y Tecnología de Kharkiv, sede de un reactor nuclear experimental. Las milicias prorusas de Donbass dicen haber conquistado Volnovakha, la ciudad más afectada con la vecina Mariupol.