¿Apuñalas a tu esposa? Son “heridas no penetrantes que no han causado ningún peligro de vida y se pueden suturar con dos puntos”. ¿El conserje te manosea en el culo? Es un “juguetón” porque dura menos de diez segundos. ¿Una empleada del museo acusa al director de acoso? Ella es “movida por complejos de naturaleza psicológica sobre su aspecto físico (sobre todo el peso)”.
La quinta sección penal del Tribunal de Roma, presidida por la juez María Buenaventura, elabora sentencias que van regularmente en primera página porque al menos “singulares”. Bo Guerreschi, presidente de la ONG “Bon’t Worry”, que se ocupa de la violencia de género, ha protestado con vehemencia: “Las mujeres no son creídas y reducidas casi a acusadas… Estamos más allá del derecho, se está reduciendo a confeti el Código Rojo. Luego no nos quejemos cuando las quejas disminuyan”.
En efecto – aunque el juez aclara en varias ocasiones que su papel le “confiere autonomía e independencia” y por lo tanto no es sustancialmente sindicable – las sentencias han resultado tan “extrañas” que han hablado de ellas en todo el mundo. El New York Times ha escrito un artículo y si no hubiera “superficialidad y falta de respeto por la mujer, su cuerpo, su voluntad”, como afirma Guerreschi, la historia sería casi cómica. ¿Cuánto tiempo es el tiempo exacto de una palpación? Menos de diez segundos. Hasta allí los violentos están a salvo.