Esperamos que esta noche el Westenfalenstadion de Dortmund pueda simplemente ser el estadio familiar de aquel Rheinenergiestadion de Colonia donde el Sevilla, hace poco más de seis meses, conquistaba su enésima Europa League contra los “nerrazzurri” del Inter de Milán jugando un gran fútbol. Los alemanes, si no fuera por el dios vikingo que juega con las alas en los pies, Haaland, no pueden asustar a los jugadores de Lopetegui por varias razones.
No habrá ni el temible Sancho en el campo ni el infierno ambiental sobre las grades que en la instalación de los amarillos suele haber. El Dortmund, no lo olvidemos, después de una temporada gris y penada ha resucitado precisamente de camino a Sevilla y, por tanto, ¿por qué no puede suceder lo contrario, ahora que, después de dos partidos jugados sin atributos, en Barcelona y en Elche, parece que en crisis son los nuestros? El fútbol es sólo una máquina para emociones que cambian cada minuto y esta noche un par de dribbling de Suso y Ocampos cambiarán las cartas y devolverán el entusiasmo perdido a los sevillistas.
Eso es lo que esperamos. También porque tendrán que estar convencidos de ello los jugadores, que, a menos que las circunstancias que no conocemos, no pueden haberse convertido en malos en dos semanas. “Vamos a intentarlo” sentencia Lopetegui que tiene el único defecto de los números que le van en contra cuando juega con las grandes (sólo una victoria en 13 partidos contra Atletico, Real y Barcelona). Esta noche tiene la oportunidad de desmentirnos.
Con una empresa, el Sevilla se postularía para ser el objeto misterioso de la Champions, provocando temores difícilmente controlables en todos los equipos contrarios, y para afrontar el derby del domingo con gran serenidad. Como comentó un día el gran Valdano, “Alemania es una máquina que produce victorias… Cada vez que empieza un partido, pienso que debajo del campo de juego hay cientos de alemanes musculosos pedaleando, remando o girando unas manivelas. Siempre y cuando realmente siento que oigo el ruido de la máquina puesta en marcha: brooommm…”. Así son los alemanes. La astucia latina es esta noche el arma más. Además, por supuesto, de las motivaciones. ¿Entrar en la historia, por ejemplo, es un incentivo suficiente para jugar un partido en el que no hay nada que perder?