En la pelicula “2067” un cambio climático pone en riesgo a la humanidad que necesita encontrar oxígeno artificial para seguir viviendo. El protagonista está obligado a viajar al futuro sin saber si alguna vez volverá a casa. Un poco lo que está sucediendo a los españoles en estos días, lidiando con las consecuencias de una crisis sin precedentes, con el turismo al colapso y el desempleo al máximo nivel, pero con un futuro que las ciertas directrices de “España 2050” esbozan. El último hallazgo del gobierno es un estudio que no recordará a nadie – entre los que sobrevivirán – que describe que estará aquí, en esta parte del mundo, dentro de 30 años. No mañana ni pasado mañana, sino dentro de tres décadas. Cuando lo hayamos olvidado.
A decir verdad, nos falta algo de oxígeno como en la película anterior. Un viaje en el tiempo tan rápido todavía no lo habíamos hecho. Queremos imaginar, como los estudiosos que redactaron el importante documento, que España será un país más rico, con mejores condiciones de trabajo y tutelas crecientes de la Seguridad Social para las categorías más débiles. Con los riesgos inevitables que conlleva el mercado global. Pero nuestra imaginación no llega tan lejos y entonces leemos el informe como un libro sobre el futuro o un escrito de Elon Musk, sabiendo que él y Pedro Sánchez aún no se conocen.