Un intercambio de felicitaciones. Con la clase habitual que lo distingue, el gran Pellegrini acoge a los merengues: “Espero que el Real Madrid de Ancelotti gane la final contra el Liverpool y, por lo tanto, su decimocuarta Champions”. Pero también Ancelotti dijo algo muy agradable para todos los deportistas: el Betis juega un “fútbol de calidad” y sobre todo: “A mí me gustaría hacer el pasillo en el Betis, ha ganado una Copa que en España es muy importante”. Una cuestión de honor, come si dice en Italia.
Betis y Carletto se parecen. El hombre que está hoy en la cima del mundo no la ha tenido tan fácil en la vida. Las primeras experiencias de entrenador han sido difíciles. En Reggio Emilia después de 6 derrotas en los primeros siete partidos, estamos en la Serie B, comenzando a correr el rumor de que no es adecuado para el banco. Hoy es un sacrilegio, pero luego…
Y así desde aquel momento difícil, cerca de la salida, Ancelotti construyó, sobre todo en el extranjero porque en Italia había ganado solo con el Milan, su extraordinaria carrera. En Italia siempre lo han visto como demasiado poco personaje, demasiado ganador, demasiado capaz en definitiva. Siempre ha sido envidiado sobre todo porque nunca ha levantado la voz. Ahora los señores de la respuesta han desaparecido. No se gana en Italia, España, Alemania, Inglaterra y Francia, no se llega a ser il re o the king, el rey, si no se tienen dos pelotas así. Gracias Carletto.
