Justo cuando no te lo esperas, en el campo como en la vida, los iluminados inventan. Pases y goles nunca vistos, creados de la nada, o… su propia salida. Hoy el dolor, como siempre cuando mueren los talentos, es un ruido insoportable. Fabian ‘O Neill se ha ido, “el futbolista más fuerte con el que he entrenado”, dijo Zinedine Zidane en tiempos de la Juventus. Llegó a los “bianconeri” después de temporadas memorables en el Cagliari, pero el “Mago” fracasó en su consagración de talento a campeón absoluto. Más que nada tenía poco interés: sus números de prestidigitación futbolística ya los conocían todos y, se nos permita el decidio, alguien también le robó a Zizou.
Al Mago no le importaba en el fondo tener que demostrar lo fuerte que era (más que nadie, con ese físico y la clase pura de un diamante), organizar comunicación y marketing de sí mismo, crear el personaje. Fabian era un hombre sencillo, un uruguagio de los suburbios, una buena persona.
Cuando pasó a Perugia, Serse Cosmi en los primeros entrenamientos casi se conmovió al verlo jugar. La misma historia de siempre: el más fuerte nunca visto. Pero el entrenador del “Grifo” tuvo que someterse a la vida: el Mago marcó solo una vez, en nueve míseros partidos jugados en una temporada, contra el Torino – aunque la trayectoria de ese castigo, el dibujo de un pintor renacentista, todavía la están estudiando.
Fabian se ha perdido en el camino, como muchos otros. No ha aguantado – pero ya de inmediato, muy joven, cuando comenzó a beber – en la competencia con los tiempos, la vida, un fútbol que que estaba cambiando. Se fue a los 49 años, pero como si hubiera tenido cien por la intensidad y el calor que desprendió. Es una época que nos los quita todos los mejores talentos del fútbol. Pero se llora solo por unos pocos y Fabian ‘O Neill merece lágrimas copiosas e irreferenibles, porque con él entendemos que es injusta – o quizás justa y demasiado precisa, por tanto ajena a nosotros – la vida de cada uno.