Lástima por la selección española, que demostró carácter y juego y se reserva un gran futuro. Merecía más, seguro más que los Azzurri. Ha terminado como siempre cuando los equipos son equivalentes en clase y técnica: a la ruleta de los penaltis. Y aquí a pesar de Unai Simon ha replicado las hazañas con Suiza parando el primer rigor en Locatelli, el error de Dani Olmo inmediatamente después y el de Morata al final de la serie relegaron a La Roja a esperar por lo menos un año (hay los Mundiales) para ganar de nuevo. Pero España ha impresionado. De Jorgnho el penalti decisivo de Italia, que ahora espera para la final de Eurocopa – el domingo en Wembley – Inglaterra (probable) o Dinamarca, que se enfrentarán en la otra semifinal.
No ha sido la Italia que hemos conocido, con una racha positiva de 31 partidos. Mérito de España que sostuvo el balón siempre, para el partido entero y la prorroga también, gobernando el juego de manera ordenada y eficaz. No tuvo miedo, el equipo de Luis Enrique, quiso jugar e imponer el juego, tanto es así que Italia parecía – después de haber dominado casi todos los partidos hasta ahora – haber vuelto a la del pre-Mancini, defensa y “contropiede” y eso es todo. La Roja ha tenido ocasiones, dos clamorosas con Oyarzabal, y ha presionado a los Azzurri, que parecían cansados en el terreno de juego, casi todo el encuentro. También se arriesgó en los contratiempos muy rápidos de los italianos. Pero sale del torneo con gran dignidad y precisamente con un futuro todo por escribir.