La disputa sobre el Sáhara Occidental se ha convertido en un problema muy serio entre España y Argelia. De hecho, el país africano ha suspendido el tratado de cooperación de 20 años y ha bloqueado la importación de algunos productos. Pero es mucho más grave el efecto en cadena que se podría desencadenar tras la “ruptura” argelina: importantes flujos de gas llegan precisamente de ese país y son estratégicos especialmente en este momento.
Hace unos meses, el primer ministro Pedro Sánchez reconoció de hecho la soberanía marroquí sobre el área disputada entre este país y el Frente Polisario apoyado por Argel. En los días siguientes el embajador de Madrid, Said Moussi, fue llamado a su patria. Nada en comparación con la importancia de los suministros de gas que constituyen el 40% de las necesidades españolas y que se transportan a través de los gasoductos Magreb-Europa y Medgaz. ¿Servirá de garantía el contrato firmado por la sociedad española Naturgy y el argelino Sonatrach? En teoría, expira en 2032, pero es sobre el aumento de los precios que los argelinos podrían apuntar.