Lo ha dicho también Isabel de León que “el Patronato del Alcázar no va a permitir que Pedro Sánchez lo controle”. La Ley del Patrimonio que quiso el Ministerio de Cultura y Deporte del Gobierno para poner las manos en el histórico monumento de Sevilla no agrada a nadie: la maniobra por la cual el Alcázar pasaría de ser Bien de Interes Cultural a Bien de Interes Mundial, y por lo tanto sobre tutela caería en manos del Ministerio, no debe pasar, especialmente si la justificación es “asegurar la comunicacion cultural conforme a la Constitución y coordinar el cumplimento de los compromisos internacionales”. ¿Por qué, Sevilla no puede “asegurar y coordinar”?
Sugerimos al ejecutivo, tan atormentado estos días por otros problemas vitales para España (¿se llamará Patria o Matria, como quiere Yolanda Díaz? ¿Cuántas personas se presentarán en el registro para cambiar de sexo con una declaración unilateral? ¿Por qué el Tribunal Supremo rechaza regularmente las decisiones del Gobierno?), que piensen en cosas más reales como la economía y cómo arreglar las cuentas.
Sobre el Alcázar podemos ponernos de acuerdo: si, como creemos, al final quedará en manos de los sevillanos, podemos enviar a Pedro Sánchez las maravillosas mermeladas de naranja amarga que enviamos normalmente a la Familia Real británica. Ahora que Manuel del Valle del año pasado ha recuperado el traje de recoger las mejores naranjas en los jardines del Alcázar, podemos dejarle un par de latas al Presidente del Gobierno. Sólo déjanos hacer lo que siempre hemos hecho sin tener necesitad las sugerencias (u órdenes) de otros.
