Anatoly Chubais abandonó el país inmediatamente. Contrario a la invasión de Ucrania, el ahora ex enviado especial de Putin para el Desarrollo Sostenible y creador de privatizaciones en tiempos de Yeltsin, es el primero de los “oligarcas” rusos en traicionar a su jefe. ¿Cuántos hay como él? Porque ahora todo el mundo sabe cómo podría terminar este largo y agotador conflicto (muy costoso para los rusos): eliminando al dictador ex KGB o llegando a un acuerdo con Ucrania neutral y Donbass ruso. Con la incógnita, si no la certeza de que, si su propia élite no lo elimina, Putin volverá a empezar con sus reivindicaciones: Polonia, Moldavia, Finlandia, etc. Y todo ello mientras los Estados Unidos, a los que esta guerra no aporta inconvenientes increíbles, siguen tergiversando, al menos por el momento.
La Organización Mundial de la Salud, para aclarar a un mundo distraído que se trata de una verdadera guerra, ha hecho saber que son 64 las estructuras sanitarias que han sido bombardeadas. El alcalde de Irpin, Oleksandr Markushin, dijo que “Rusia usó bombas de fósforo blanco aquí y en Hostomel… Las fuerzas rusas atacaron nuestras ciudades satélite de Kiev con bombas de fósforo la noche del 22 de marzo” y recordaron que “el uso de tales armas contra civiles está prohibido por las Convenciones de Ginebra”.
Putin, ya lo ha demostrado en los masacres chechenos de Grozny o sirios, no tiene demasiados escrúpulos para usar también armas químicas. Intenta detener a un Occidente semi-impotente gritando que por el gas aceptará pagos solo en rublos para no hacer caer la economía ya comprometida de su país.
Y veremos si el Papa consigue hacer el milagro: se ha hablado de su viaje a Kiev, después de la invitación del presidente ucraniano Zelensky. Comentó el nuncio en Ucrania, monseñor Visvaldas Kulbokas: “No imagino cómo se puede hacer un viaje normal. El Papa lo haría, pero en estas condiciones yo no me imagino preparando una celebración ni católica ni interconfesional porque ¿cómo se puede reunir a gente bajo los misiles que pasan sobre la cabeza?”.
El Pontífice dirigió una oración a la Virgen en este tiempo de desesperación: “Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos hecho capaces de toda violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu intervención materna”. “Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos el perdón”. ¿Pero cómo hacerlo si en los corazones tenemos la sensación de que esta guerra durará años?