No sabemos si ser protagonista será una guerra inútil (las señales relajantes de ayer por parte rusa lo excluirían), pero desde luego ya tenemos imágenes símbolo de estos días de miedo colectivo. La del presidente ruso Vladimir Putin y la del homólogo francés Emmanuel Macron, que se hablan a cuatro metros sobre una mesa blanca. La misma que la del canciller alemán, Olaf Scholz, unos días después en la incómoda posición. Ninguno de los dos invitados de Putin se sometió a una prueba de Covid antes de la cumbre, Macron, para evitar que Moscú obtuviera su ADN (indiscreción confirmada por su equipo).
Con toda esta desconfianza, está claro que a ninguno de los dos les gustó la conversación. Pero es en la mesa que se acabaron las miradas de todo el mundo. ¿Es italiana o española? “La reconocí apenas la vi. Estoy orgulloso, siempre me emociono cuando veo que mi trabajo está en el fondo de algo importante. Espero que tenga suerte contra la guerra”, dijo Renato Pologna. El trabajo se habría hecho para el Kremlin hace casi treinta años por su empresa de Cantù, cerca de Como, localidad famosa por los muebles de calidad. Pero ayer Pologna tuvo que cobrar la noticia, toda por verificar, de El Español, según la cual la mesa blanca fue hecha en Alcásser, un pueblo cercano a Valencia, por artesanos locales. Para no incurrir en las furias italianas el periódico especifica que la hoja de oro que se ve “pegada” en la pintura blanca sería, esta vez sí, italiana.