La reina Isabel II se fue ayer “serenamente” a los 96 años. Atónitos sus fieles súbditos, que la han amado más que cualquier otra cosa por haber dado estabilidad a la nación y haber representado sus valores, después de 70 años de reinado. Todo comenzó ayer en la mañana, cuando con un comunicado oficial, los médicos se dijeron “preocupados por su estado de salud”, un hecho inusual que ha preparado a los ingleses para la trágica noticia. A las 4 de la tarde, los presentadores de la BBC se vistieron de negro: parte del plan “London Bridge”. Su hijo Carlos y su esposa Camilla fueron inmediatamente a Balmoral al lado de la reina junto con sus otros tres hijos Ana, Eduardo y Andrés.
Hace dos días, la última aparición, en peidi, pero pálida y con moretones en las manos, recibió la nueva premier Liz Truss. El Primer Ministro, a través del secretario privado de la Reina, ha sido el primero en ser informado, junto con los diputados y servidores de la Corona que han recibido un correo electrónico informándoles de la muerte.
Hoy Carlos será nombrado Rey. El ataúd con los restos de Isabel regresará al Palacio de Buckimgham de Escocia. En los proximos días, el rey Carlos visitará el Parlamento escocés y la Catedral de S. Giles en Edimburgo, el castillo de Hillsborough de Irlanda del Norte y la Catedral de Santa Ana en Belfast, el Parlamento galés y una misa se celebrará en la Catedral Liandaff de Cardiff. También será el turno de una procesión que partirá del Palacio Real y de otra misa en Westminster Hall.
El funeral de la Reina Isabel tendrá lugar en la Abadía de Westminster Abbey, su cuerpo enterrado en la Capilla del Rey Jorge IV en el Castillo de Windsor.