Las pintadas aparecidas esta mañana en el Sánchez-Pizjuán, objetivo principal el aumento de los abonos y la directiva, son solo el iceberg de lo que hasta hace pocos meses era un ambiente compacto y con mucha ilusión y ahora en cambio, por diversas razones, corre el riesgo de ser arrastrado por las polémicas. En la base de todo, creemos, hay una falta de comunicación: ¿cuáles son los verdaderos objetivos del Club? Está claro – y todos suscribimos – que las cuentas deben estar en orden y que el Sevilla volverá a luchar este año por las mismas posiciones en la clasificación de los años pasados, probablemente no por el título.
A los aficionados se les ha pedido un sacrificio, sí, incluso mental, para que comprendan que las elecciones del club son las correctas. Es decir: la renovación, especialmente con una plantilla más bien en desuso en cuanto a edad, será dolorosa; la barra de los objetivos no se levantará; Lopetegui es indiscutible, aunque una parte del sevillismo no lo adora. Y la espera para la venta anunciada de Koundè, que desbloqueará el mercado de entrada, se hace larga, con el Barcelona, parece, el único pretendiente pero no a 80 millones de euros como el club quisiera.
No es un momento fácil. Y en los momentos difíciles aparecen pintadas como las de hoy. Para condenar porque ponen veneno en el ambiente, pero expresión de un pensamiento libre que no puede permanecer en silencio.