Cuatro semanas más para decidir quién será el nuevo presidente brasileño. No fue como quería el favorito Luiz Inacio Lula da Silva y como decían los sondeos y este tiempo que separa su probable elección del ballotage de ayer corre el riesgo de “incendiar” Brasil.
El otro candidato, Jair Bolsonaro, tomó el 43,27% de los votos contra el 48,35% de Lula, una separación que el hombre de la derecha no considera imposible de llenar. “Trabajaré para cambiar el voto a la gente”, dijo, y el miedo es que los militares, siempre poderosos en el país sudamericano, “salgan al campo”. En el punto de mira está el Tribunal Superior Electoral y el juez de Moraes, que podrían ser acusados de ser partidistas.
Un punto muerto que a Occidente tampoco le gusta. Bolsonaro es el presidente saliente y podría promulgar decretos de última hora, entre ellos la liberalización de la venta de armas. La tasa de abstención, del 21%, fue decisiva en la votación. Una lucha política encarnizada, hasta finales de octubre, que corre el riesgo de desgarrar aún más el país.
